Dios, motor biográfico

Tradicionalmente se ha hablado de Dios como del Fundamento de la totalidad de lo que existe, como de la Causa que lo sostiene todo, etc.

Y puede que Dios sea ese Fundamento. O quizá no: quizá en su libertad haya querido Dios hacer al Universo de alguna manera como algo que, una vez creado, fuera autosuficiente en sí mismo, como el que hace un regalo desde un anonimato absoluto, pensado expresamente como tal.

Quién sabe. 

En todo caso, pocas veces se ha hablado de Dios en el sentido que a mí me parece más importante: el de Fundamento de la biografía personal de cada uno.

Sería ese Dios no tanto un Motor Inmóvil, a lo Aristóteles, del Universo como un Motor que mueve y empuja las biografías, el motor de cada persona que se está haciendo a sí misma cada día: un Motor biográfico que empuja el corazón de cada uno a vivir, a ser quien realmente se es, a amarse a sí mismo y a los demás, a saber esperar, a seguir adelante en la vida, a caminar con prudencia y acierto, para seguir buscando la plenitud personal.

De ese Dios, que empuja anónimamente, que es un fuego de amor en el corazón, que es tan deseo que no es deseo todavía, que nos hace amar sin miedo, sabemos mucho más ya de lo que pensamos. «Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios», dice el Nuevo Testamento.

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