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Mostrando entradas de junio, 2022

Decálogo previo a todo decálogo

Una vez escribí este 'decálogo', algo escandalizado por cristianos (lo escribo como cristiano) que se conformaban con cumplir en abstracto, quizá, el decálogo de Moisés, pero que olvidaban cosas elementales de moral, de prudencia, de sabiduría, etc., que me escandalizaban. He aquí el decálogo. 1. No te autorices a gozar con el mal ajeno. 2. No seas caradura, ni vago, ni perezoso. 3. No incordies sin necesidad a nadie. 4. No hables mal del bueno, ni de lo bello. 5. No digas "Estoy seguro" de algo, si no lo estás. 6. No utilices a los demás para tus fines. 7. No te enfades, ni exageres, ni te quejes. 8. No te engrías ni te jactes jamás de nada. 9. Busca siempre tu propio bien: o sea, el de todos. 10. Ni se te ocurra pensar nunca, ni por un momento, que ya lo sabes todo.

Pensar la frustración

La estructura formal de una frustración humana suele presentar el siguiente esquema: hay en el sujeto una anticipación de la realidad que, por cualquier motivo, no se cumple tal cual fue anticipada, y eso crea en él malestar, irritación, miedo, ira o desasosiego. Entre otras cosas, esto lleva a que uno sienta que no ha habido adecuación entre lo que él es (o lo que un objeto del mundo es), y lo que él ha hecho o tal objeto del mundo ha hecho. En una palabra: frustración significa que no se ha cumplido una expectativa. Podemos, desde aquí, esbozar un remedio eficaz para toda frustración: a saber, el de ser menos ambicioso en las expectativas.  Y para ello, contemplar y considerar el misterio de cada cosa, la parte incognoscible de ellas: y así tomar conciencia de que no conocemos suficientemente las realidades como para poder anticipar, con certeza, nada. Cuando meditemos esto lo suficiente, dejaremos poco a poco de tener expectativas sobre lo que no se puede ni se debe tener: dejaremo

Para Greta

Si quieres controlar a un hombre,  descubre un miedo suyo  y magnifícalo al máximo.  Asústale con él sin compasión,  atemorízale a diario,  procura que se obsesione;  no dejes que pase un solo día  en que no se acuerde de él.  Y cuando veas que no hace el hombrecillo  otra cosa  más que hablar de su miedo a tiempo y a destiempo,  sábete que ese hombre ya es tuyo para siempre.

El único obstáculo

El único obstáculo entre un hombre y la sabiduría es que se considere ya en posesión de ella, es decir, que crea saber ya cómo ha de vivir su vida (o que lo crea saber, por él, el discurso de la tradición, de la cultura, de la gente, de la costumbre, de los libros, de la religión). Uno que ya sabe, no pregunta. El que no pregunta, no necesita una respuesta. El que no necesita respuesta, no la desea. El que no la desea, no la busca. Y el que no la busca (con el corazón ardiendo), ¿cómo va a encontrarla?

El alma del hombre

Hace como veinticinco siglos, un hombre muy atento advirtió que lo más real en un ser humano, lo que en última instancia dirige su vida con una potencia mucho mayor que todo lo biológico y toda su circunstancia, no es otra cosa que el discurso que uno se dice a sí mismo sobre sí mismo; es decir, la teoría, rara vez explícita pero siempre actuante, que tenemos cada uno sobre nosotros mismos  (lo que incluye inevitablemente, si se mira bien, una teoría también sobre la realidad, sobre los demás y sobre Dios). Pues bien: esa teoría o metarrelato, que no existe en ninguna parte más que en el pensamiento, pero que no por ello deja de ser para el hombre lo más real   — ¿quién se atreverá a sostener la estupidez de que lo inmaterial no es real para nosotros?— es, realmente, lo más poderoso en él, lo que impera sobre su vida: lo que la gobierna. Esa autoteoría, en efecto, será la que modele decisivamente una vida humana, con un poder mucho mayor que el de su mera realidad. Ella es lo que co

Dios, motor biográfico

Tradicionalmente se ha hablado de Dios como del Fundamento de la totalidad de lo que existe, como de la Causa que lo sostiene todo, etc. Y puede que Dios sea ese Fundamento. O quizá no: quizá en su libertad haya querido Dios hacer al Universo de alguna manera como algo que, una vez creado, fuera autosuficiente en sí mismo, como el que hace un regalo desde un anonimato absoluto, pensado expresamente como tal. Quién sabe.  En todo caso, pocas veces se ha hablado de Dios en el sentido que a mí me parece más importante: el de Fundamento de la biografía personal de cada uno. Sería ese Dios no tanto un Motor Inmóvil, a lo Aristóteles, del Universo como un Motor que mueve y empuja las biografías , el motor de cada persona que se está haciendo a sí misma cada día: un Motor biográfico que empuja el corazón de cada uno a vivir, a ser quien realmente se es, a amarse a sí mismo y a los demás, a saber esperar, a seguir adelante en la vida, a caminar con prudencia y acierto, para seguir buscando la

Salud biográfica

Tener “ salud biográfica ” significa estar en posesión de un proyecto vital o de una teoría intrínseca (Julián Marías) sobre mí mismo como persona que sea lo suficientemente entusiasmante e ilusionante como para permitirme vivir gozando siempre de ser quien soy, vivir gozando de existir, de protagonizar mi biografía. Gozando no solo de ser quien soy ya, sino gozando también de mi propia realización hacia el futuro, de lo que mi yo todavía no es pero me reclama a mí mismo, con amor, como padre de mí mismo, llegar a ser...

El amor está ilustrado

Hay que haber teorizado ya sobre el amor para decir que no se puede decir nada acerca de él. Es decir: para poder sostener esto, hay que pensar que no se puede pensar nada sobre él, lo cual es una evidente contradicción. Yo, por el contrario, sostengo que sí se pueden pensar y decir cosas sobre el amor. Más todavía: pienso que, por lo menos desde que se completa nuestro lento despertar a la conciencia, todos nosotros sabemos ya lo suficiente sobre nosotros mismos como para ponernos a amar: es decir, a amar en serio. ¿Cómo argumentaré esto? Considerando, pues así lo he experimentado en mi vida, que el amor está ilustrado: es decir, que el amor sabe sobre sí mismo, que da razón de sí mismo (como escribe un maestro mío): en una palabra, que el amor nos enseña él mismo en qué consiste —mejor: en qué ha de consistir— cuando decidimos ponernos a amar. Quizá por ello es que el autor del evangelio de san Juan llegue a identificar el amor y el «Lógos»: la razón, la palabra, el argumento. Y e

Por una verdadera oposición

Llevo un tiempo ya alarmado por las mentiras y medias verdades que muchos agentes políticos y de comunicación de la oposición emplean, cada vez más, contra el actual Gobierno mentiroso. Dicha reacción por su parte, que sin ninguna duda es muy comprensible, no es, sin embargo, justificable en absoluto. Cuando un Gobierno está constituido en mentiras, sostenido por la mentira, acompañado de la mentira e instalado en la mentira, la tentación de la oposición puede ser la de mentir ella también para defenderse, la de falsear ella también la realidad, la de tergiversar los datos o los acontecimientos, la de manipular en la prensa los titulares, la de maquillar con palabras lo que de verdad ha ocurrido en España o lo que de verdad ha hecho o ha dicho tal rival político, etc. Pero, a mi juicio, no debe la oposición, si quiere mantenerse como tal, caer en esa tentación. No puede pactar jamás con la mentira, que es precisamente lo que distingue a este Gobierno. No puede ceder, con él, a la t