Por una verdadera oposición

Llevo un tiempo ya alarmado por las mentiras y medias verdades que muchos agentes políticos y de comunicación de la oposición emplean, cada vez más, contra el actual Gobierno mentiroso. Dicha reacción por su parte, que sin ninguna duda es muy comprensible, no es, sin embargo, justificable en absoluto.

Cuando un Gobierno está constituido en mentiras, sostenido por la mentira, acompañado de la mentira e instalado en la mentira, la tentación de la oposición puede ser la de mentir ella también para defenderse, la de falsear ella también la realidad, la de tergiversar los datos o los acontecimientos, la de manipular en la prensa los titulares, la de maquillar con palabras lo que de verdad ha ocurrido en España o lo que de verdad ha hecho o ha dicho tal rival político, etc.

Pero, a mi juicio, no debe la oposición, si quiere mantenerse como tal, caer en esa tentación. No puede pactar jamás con la mentira, que es precisamente lo que distingue a este Gobierno. No puede ceder, con él, a la tentación de mentir, de maquillar, de manipular, de tergiversar.

Pactar con la mentira, entre otras cosas, es renegar de plano de toda la tradición hispánica que tanto amor, hasta el escrúpulo, ha mostrado siempre a la verdad y que tanto ha luchado en su Historia contra la mentira, contra los que le imponían una tergiversación. Nuestra tradición, ininteligible sin el cristianismo, siempre ha sostenido que el mal no se vence con el mal, sino con el bien. Es escandaloso, por tanto, que tantos patriotas o cristianos utilicen la mentira como arma política.

Precisamente ese amor español a la verdad es lo que ha salvado a España de perecer tantas veces en los siglos pasados ante las amenazas de uno y otro signo. No iremos a ninguna parte si nos dejamos llevar por la tentación, para defendernos de la mentira, de usar las mismas armas que utilizan los que mienten, los que atacan y dividen, los que hacen agonizar a España. 

¿De qué sirve denunciar los males de este Gobierno mentiroso si nos servimos, para hacerlo, de la mentira también? ¿Cuál sería la diferencia si nos gobernara, en vez de un Gobierno mentiroso, una oposición también mentirosa?

No solo llegan a proponer algunos la mentira como método único e inevitable de hacer política, sino que llaman "puritanos" e "ingenuos" a los que todavía creemos en la infinita fuerza de la verdad, de la verdad mansa y pacífica. Como se ve, el problema actual, precisamente, reside en que ya aproximadamente nadie cree en la fuerza de la verdad desnuda, en la mansedumbre del amor que, de verdad, todo lo transforma.

Casi nadie cree ya, en definitiva, en los métodos de Jesucristo para transformar el mundo desde el amor, por más que haya sido el Hombre de mayor repercusión en la Historia y lo siga siendo. Por más que, todavía hoy, veinte siglos después, sean millones los corazones tocados por su amor y su palabra de verdad.

No: la mayoría prefiere tomar atajos violentos y mentirosos que no van a ninguna parte. Optan por confiar más en la mentira que en la verdad, en el mal que en el bien. Luchan, supuestamente, contra la mentira... desde la mentira, pactando con ella. Legitimándola. Adorándola.

¡Qué pena! Si esta es "la oposición", si la alternativa a la mentira es otra mentira, estamos acabados. Como decía don Julián Marías, lo único que necesita este mundo, y cada vez con más urgencia, es una rebelión general contra la mentira.


17 de diciembre de 2020

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